No hay nada como estar en el sitio indicado, a la hora precisa y con la cámara preparada.
Este fin de semana, durante el partido de fútbol de mi hijo, me percate del reflejo de un edificio lleno de ventanas de cristal. Dichas ventanas son curiosas porque no tiene una superficie recta, produciendo distorsiones sobre todo lo que reflejan. De ahí mi foto, el edificio que hay en mi espalda reflejado en esos cristales, con ese acabado surrealista, como si lo hubiese pintado Miró. Espero que os guste.